La dinamización de las bandas indias de la Columbia Británica

3Nlakapamux

Por Gabriel Gutiérrez de la Cruz

INTRODUCCIÓN
El presente trabajo busca hacer una aproximación a la cuestión multicultural y las políticas multiculturalistas en las bandas indias de la Columbia Británica. El objetivo es abordar el problema desde el modelo multicultural de León Olivé y tratar de ver hasta donde es útil para este caso. La Columbia Británica ha sufrido diversas modificaciones territoriales que han dificultado la subsistencia de las bandas indias que habitan allí. Las bandas buscan preservar su cultura y han optado por el aislacionismo; sin embargo, los indios no pueden sobrevivir simplemente manteniendo su cultura. El factor económico, por ejemplo, juega un papel importante en la sobrevivencia de los grupos. La adopción de prácticas y el lenguaje del grupo predominante -en este caso el inglés- muchas veces facilita la obtención de mejoras en las condiciones de vida, pero en ocasiones el precio es la pérdida de la cultura.

Olivé plantea el derecho a la subsistencia de los pueblos y a mantener su identidad colectiva, pero también plantea la obligación de realizar transformaciones que permitan una convivencia armoniosa con los demás grupos. Surge entonces la cuestión acerca de si las bandas indias de la Columbia Británica deben realizar transformaciones que posibiliten mejoras en sus condiciones de vida, pero que les permitan mantener su cultura. Esta es la razón principal de la elección del modelo de Olivé. Su propuesta trata de conciliar la dicotomía entre mantener la identidad o transformarse.
El papel del Estado canadiense en estas transformaciones tiene un gran peso. Este es el enfoque que utilizaría León Olivé: una sociedad multicultural que en la práctica haga valer los derechos y las obligaciones de los pueblos; la existencia de un Estado democrático que procure y vigile la convivencia de los pueblos y que ayude a paliar las desigualdades que existen entre ellos. El modelo de León Olivé aporta elementos útiles para el análisis de este caso, pero en algunas cuestiones se ve rebasado por la naturaleza del problema. Surge entonces la necesidad de acudir a otras propuestas de solución que sean complementarias y que ayuden a plantear una postura más sólida en cuanto a lo que debería realizarse. En especial, los trabajos de Will Kymlicka. En este trabajo no es posible ahondar en muchos temas pero, a pesar de sus limitaciones, constituye un breve acercamiento a la realidad multicultural.

1. Multiculturalidad y multiculturalismo
A partir de la década de los ochenta el debate sobre el multiculturalismo ha cobrado relevancia, sobre todo en el ámbito político. Acentuado por diversos sucesos como los conflictos nacionalistas en Europa del Este, los cada vez más intensos flujos migratorios, las crisis democráticas (sobre todo en el cono sur de América), entre otros factores, el debate multicultural se levanta como un tema fundamental para los Estados (Folcher, 2000). Desde una visión bastante simplificadora los conflictos en torno al multiculturalismo se articulan desde dos posturas: la liberal y la comunitaria. La primera defiende la libertad y los derechos individuales por sobre los de la comunidad. Para los liberales basta garantizar (por medio de los derechos civiles y políticos) la igualdad individual. El comunitarismo, por otro lado, argumenta que los derechos básicos de ciudadanía no son suficientes para lograr la igualdad, y que es necesario implementar derechos diferenciados para las minorías. La intención es poder subsanar las desigualdades que aquejan a muchos grupos minoritarios (Kymlicka, 1996). Entre las dos posturas mencionadas existen muchos matices intermedios; pero antes de continuar con el debate conviene hacer algunas aclaraciones conceptuales.

En la actualidad, todos (o casi todos) los países son multiculturales, pues al interior de ellos coexisten numerosos grupos con tradiciones, costumbres, valores, etc., que difieren entre sí. A pesar de que la existencia de la multiculturalidad es una realidad bastante visible, no todos los países la reconocen y menos aun impulsan una agenda política enfocada a este tema: el multiculturalismo. Esto hace necesario distinguir entre multicultural y multiculturalismo. Multicultural hace referencia a la existencia “de hecho” de diversas culturas[1] conviviendo dentro de un Estado. Multicultural tiene un carácter descriptivo y factual.
Multiculturalismo por otra parte, es de carácter normativo pues remite a principalmente a modelos teóricos para acomodar las diferencias culturales. Pero también remite a las políticas públicas implementadas por los diferentes gobiernos para responder a las demandas de los pueblos (Olivé, 2006). Ambos conceptos suscitan polémica por no tener un sentido univoco.

La existencia de diversas culturas al interior de un país genera la necesidad de otra precisión: ¿Qué es entendemos por cultura? Una de las mejores respuestas es la que elabora León Olivé partiendo de diversos autores y desde un enfoque antropológico-filosófico. A grandes rasgos una cultura es una comunidad que por varias generaciones ha desarrollado tradiciones, ha compartido diversas prácticas. Dicha comunidad se rige por sus propias normas, creencias, valores; y que son compartidas por sus miembros. Además posee una (o más) lenguas, historia e instituciones[2] (Olivé, 2006).

Sin embargo, para muchos autores no todos los grupos culturales son iguales o tienen el mismo origen; y por lo tanto es necesario distinguirlos, para lo cual ofrecen su tipología. En general, existe una generalizada distinción entre aquellos grupos que existían antes de la conformación moderna de Estado y gozaban de autogobierno entre otras características. Hoy son minorías nacionales: grupos pequeños concentrados en un territorio; este tipo de grupo son Estados multinacionales –según Kymlicka- o grupos “coloniales” –según Olivé. El otro tipo de sociedad multicultural está formada por inmigrantes, ya sea en países que tienen una larga tradición de inmigración o que recién hayan comenzado a experimentarla: en la tipología de Kymlicka son denominados estados poliétnicos y conforman minorías étnicas[3] (Kymlicka, 1996; Olivé, 2006).

Algunos autores incluyen un tercer grupo que incluye a los nuevos movimientos sociales ecologistas, homosexuales, discapacitados, etc.; pues presentan también desventajas frente al resto de la sociedad. En la mayoría de los casos este tipo de grupos se adhieren a ciertos valores compartidos como la igualdad o la justicia; pero carecen un pasado común, lengua o territorio (Morales Canales, 2008). Kymlicka señala que las desigualdades que sufren se presentan en grupos culturales mayoritarios y minoritarios; y las reivindicaciones que plantean son una extensión de las demandas de los diferentes grupos culturales (Kymlicka, 1996).

Al respecto de cómo han respondido algunos de los gobiernos, previo reconocimiento de su naturaleza multicultural, están ciertas concesiones y derechos hacia las minorías étnicas y los grupos de inmigrantes. Entre los derechos que plantean destaca los del modelo de León Olivé, que serán abordados con detalle más delante. Pero en general se habla de derechos diferenciados como una forma de reconocer y acomodar la diversidad cultural. Kymlicka señala tres derechos específicos: de autogobierno, poliétnicos y de representación[4]. Pero lo que está en el fondo es el debate multicultural mencionado al inicio y que ahora se retomara.

Numerosos autores han abordado este tema, sin embargo sobresalen algunos como Will Kymlicka, León Olivé, John Rawls, Charles Taylor, entre otros. El liberalismo encuentra en Rawls un importante exponente, el cual en su obra Una Teoría de la Justicia aborda la cuestión de la justicia. Propone un modelo la libertad y la igualdad como ejes rectores de una sociedad justa. Parte de tres condiciones. 1) La justicia como virtud imperante de la sociedad (previo consenso al respecto de lo que es). 2) Igualdad y libertad son los únicos principios compatibles con su idea de ciudadanía. 3) Que su modelo se aleje de liberalismos monocomprehensivos. Requiere además de otros elementos como un punto de partida igual para todos los miembros de la sociedad y el velo de la ignorancia (Parekh, 2005). En el modelo de Rawls hay cabida para la diferencia moral pero no para la cultural[5].

Taylor se ubica en una posición intermedia al mencionar que existen varios tipos de liberalismo y que las demandas multiculturales pueden encontrar respuesta en las democracias liberales. Él apunta la necesidad de replantear los principios fundamentales del liberalismo pues actualmente son incompatibles con los derechos colectivos. Aboga por un compromiso social a fin de garantizar el reconocimiento de las minorías y asegurar su lealtad e integridad. Sin embargo desconfía de los juicios emitidos acerca del valor que pudieran tener las culturas en sí. Para Taylor no basta reconocer la dignidad, también hay que reconocer la identidad (Taylor, 1993).

Por su parte Kymlicka y Olivé están reconocen la prioridad de conceder derechos y subsanar las desigualdades de las minorías; sin que por esto se alejen de la realidad. Kymlicka está a favor de los derechos colectivos e intenta demostrar que el liberalismo de alguna manera ha acomodado las diferencias culturales dentro de las democracias. Rechaza la neutralidad del Estado frente a la diversidad cultural y plantea una serie de derechos que ayudarían a disminuir las desventajas de los grupos minoritarios (Kymlicka, 1996). Olivé por su parte plantea un modelo multicultural que contempla derechos y obligaciones para las minorías étnicas y para el Estado, con el fin de lograr un desarrollo armónico y más justo de estos grupos. Utiliza algunos conceptos como justicia social para completar su modelo y defender la necesidad de los derechos colectivos como una forma de resarcir los daños causados a lo largo de la historia (Olivé, 2006).
Otro de los problemas que contempla el debate multicultural consiste en si es valioso o útil preservar y defender a las minorías. Al respecto existen numerosas respuestas. Taylor resalta la imposibilidad de hacer juicios de valor acerca de las culturas por el desconocimiento existente al respecto de todas las culturas; la posibilidad de caer en una visión paternalista y la dificultad que supone salir de nuestro marco de referencia (Taylor, 1993). Olivé considera que es importante preservar las sociedades multiculturales por las posibilidades que brinda esto de realizar elecciones de vida y porque enriquece el mundo (Olivé, 2004). Sin duda la respuesta es compleja, pero es parte de la búsqueda del acomodo de las diferencias culturales; frente al impedimento de poder hacer juicios de valor acerca de las culturas, el respeto y la tolerancia deben prevalecer.

2. La dinamización de los pueblos y el derecho a mantener su identidad colectiva.
En la tipología de Olivé acerca de los tipos de grupos culturales el primero hace referencia a “países donde han subsistido pueblos tradicionales junto con una sociedad que ha pugnado por modernizarse después de largos periodos coloniales” (Olivé, 2006, p. 21). La mayoría de estos “pueblos tradicionales” fueron colonizados, sometidos y relegados. En ocasiones su status continúo igual a pesar de haberse generado un cambio (como una revolución) en el Estado donde se encontraban. Como consecuencia de lo anterior estos pueblos se han desarrollado al margen de la mayoría, en ocasiones en condiciones de pobreza y desigualdad. Esto genera muchos problemas al interior de las comunidades como la expulsión forzada de los miembros en busca de trabajo, las condiciones de pobreza en las que subsisten, etc. Si a esto le sumamos las presiones externas para incorporarse a la mayoría de la población, muchas veces ejercida desde el gobierno; y los conflictos entre los pueblos, el problema se agrava.

Esta desigualdad entre el grupo dominante y las minorías supone relaciones de dominación donde se crean injusticias que han prevalecido durante mucho tiempo. Ante esto surgen intentos de reivindicación por parte de los grupos étnicos para cambiar el esquema que ha predominado. Entre las medidas que se buscan para revertir esta situación se encuentran políticas de compensación, la concesión de autogobierno, asignación de recursos para combatir la pobreza, reconocimiento de los derechos y autonomía parte del Estado, etc. Dentro de esta dinámica de desigualdad y reivindicación León Olivé plantea su modelo multicultural.

Dicho modelo contempla una serie de derechos y obligaciones para los pueblos, el Estado y la sociedad en general. Contempla un concepto de justicia social sobre el cual se desarrolla su modelo y también el derecho a la diferencia; este último otorga al individuo la capacidad de ser reconocido como perteneciente a un grupo cultural específico. Entre los derechos de los pueblos que incluyes está el de reconocimiento, a mantener su identidad colectiva[6], a la autonomía, a participar en cómo se usan los recursos naturales de donde habitan, a participar en un proyecto de nación, entre otros (Olivé, 2006).
Los pueblos también tienen una serie de obligaciones: a “dinamizarse” para procurar la armonía entre otros pueblos y el resto de la sociedad; cuidar los recursos naturales; participar de manera activa en los proyectos y decisiones que les afecten y en un proyecto de nación. El Estado tiene las siguientes obligaciones: ser u Estado plural, procurar las condiciones para que los pueblos puedan desarrollarse, distribuir bienes y servicios a favor de los pueblos en desventaja, vigilar la convivencia pacífica entre los pueblos y promover una “cultura de la interculturalidad” (Olivé, 2006:35).

El hecho de que por mucho tiempo diversos grupos étnicos hayan sido relegados y permanecido en desventaja respecto al grupo dominante permite ver las reivindicaciones actuales como una cuestión de “justicia social”. Una forma de subsanar las desigualdades existentes entre los grupos culturales de un país. La justicia social requiere la existencia o creación de instituciones que garanticen la distribución de bienes entre los pueblos a fin de que estos puedan satisfacer sus necesidades básicas. Una sociedad será más justa en la medida en que procure lo anterior. Pero no sólo los bienes deben ser distribuidos equitativamente, también las cargas que pueden causar algún daño. Lo que se encuentra en el fondo es la búsqueda de sociedades más igualitarias y equitativas (Olivé, 2006:36-37).

Junto con la definición de justicia social es necesario dilucidar que son las necesidades básicas a las que tiene derecho toda sociedad y pueblo. Las necesidades básicas son aquellas cuya satisfacción es indispensable para que los pueblos puedan llevar a cabo su “plan de vida”. Las necesidades básicas que un pueblo requiere son parte de lo que incluye su integridad. Sin embargo, aun entre este tipo de necesidades podemos distinguir aquellas que son legitimas. Y estas son aquellas que permiten la realización de los proyectos de vida de los pueblos siempre y cuando sean compatibles y no causen daño a los demás planes de vida (y pueblos) (Olivé, 2006). A grandes rasgos este es el modelo multicultural de León Olivé.

El aspecto más relevante para este trabajo del modelo presentado es la idea de la “dinamización” de los pueblos. Esto es: todos los pueblos tienen derecho a la diferencia, al respeto a mantener su identidad y a desarrollarse. Pero también tienen la obligación de modificar aquellas prácticas que sean lesivas para sus miembros u otros pueblos; en afán de la armonía entre los distintos grupos. Y el Estado tiene la obligación de procurar mecanismos mediante los cuales los pueblos en desventaja puedan subsanar su rezago, como una cuestión de justicia social.

Esta es la cuestión central de este trabajo: abordar la cuestión acerca de los pueblos que desean abiertamente mantener su identidad colectiva, sus costumbres y lengua; pero viven en condiciones desiguales muchas veces por presiones externas. Y que esto los ha llevado a tener prácticas dañinas o a modificar sus costumbres e identidad, por medio de la asimilación forzada. La pregunta es entonces ¿Cómo estos pueblos pueden llevar a cabo la dinamización conservando su identidad; y cuál es el papel del Estado en esto? El caso de las bandas aislacionistas de la Columbia Británica es un buen caso para analizar esta cuestión. Son grupos indígenas que ven en el aislamiento cultural una forma de mantener su identidad, pero que viven en pobreza y al margen del Estado. La idea de dinamización propuesta por Olivé constituye el punto de partida de esta reflexión; sin embargo su modelo puede no ser suficiente abordar esta situación. Una de las razones es el tipo de grupos étnicos, sociedad y Estado para las que está pensado el modelo; y las diferencias que existe con los grupos en Canadá.

3. Las bandas aisladas de la Columbia Británica
La Columbia Británica es una provincia de Canadá, situada al occidente de este país. Cuenta con una población de 4, 113,487 habitantes, lo que representa aproximadamente el 13% del total nacional. De los habitantes de la Columbia un 4.7% es población perteneciente a algún grupo étnico[7]. La Columbia Británica posee además otros grupos culturales generados por inmigración.

La situación actual del multiculturalismo en Canadá obedece a una larga lucha por formar una identidad canadiense. En un primer momento fue la necesidad de distinguirse de Gran Bretaña y Estados Unidos. Y posteriormente con la lucha entre francófonos y anglófonos y la acomodación de los primeros en la federación canadiense. De tal suerte que la política cultural fue definida bilingüe y bicultural, atendiendo solo a estos dos grupos. Posteriormente se cambio la denominación a una política multicultural en reconocimiento a las demás minorías existentes, pero la situación de facto no cambio. En todos estos procesos los grupos aborígenes canadienses siempre resultaron relegados (Thomson, 2002).

Existen en Canadá numerosos grupos étnicos cuya denominación por parte del gobierno canadiense ha variado a lo largo del tiempo. A estos grupos usualmente se les llamaba bandas indias o aborígenes, que hacía alusión a los grupos indios concentrados en reservas cedidas por el Estado; grupos tribales también era usado en este sentido. En la década de los ochenta se acuñó otro término: First Nations (primeras naciones) para reemplazar el de banda; este último es preferido por los pueblos para referirse a sí mismos. En este apartado se empleará banda india o grupo indígena por tener un significado más amplio. Posteriormente surgieron otras figuras legales para distinguir entre los miembros de una banda, como indio con estatus e indio sin estatus. Un indio con estatus tiene derecho a ser registrado como indio y por lo tanto acceso a beneficios. Un indio sin estatus es aquel que ha perdido el derecho registrarse como indio; el hijo de una india y un no indio ha perdido su estatus (Thomson, 2002). En general, la Constitución canadiense reconoce a los indios, inuit y métis (Aparicio Wilhelmi, 2004).

Existen en Canadá muchas bandas indias que desean mantener su identidad colectiva, tradiciones y lengua pero que se han visto afectadas por procesos externos como la urbanización y la aculturación. A pesar del deseo de mantener su identidad, los miembros de las bandas participan de algunas facetas de la vida nacional como la economía; lo que en ocasiones también les haga desear incorporarse a la mayoría nacional. Sin embargo, existen grupos que han expresado abiertamente su deseo de mantener sus costumbres lo que los conduce a un tipo de aislamiento para evitar interacciones con la sociedad dominante. La banda de los chilcotin y la de los kluskus son un buen ejemplo para describir esta problemática (Thomson, 2002).

La mayoría de estas bandas practican actividades como el pastoreo, la caza, la recolección; algunos pueblos son semi nómadas. Visten según sus tradiciones y su sociedad se basa en los valores y religión tradicionales; y por tanto rechazan los beneficios que pudiera traerles incorporarse a la mayoría. Muchas de estas actitudes entran en conflicto con los programas del gobierno para con los pueblos, como el caso de los subsidios o los programas educativos; los cuales buscan en la mayoría de los casos asimilar a estos grupos.
La banda de los kluskus habitan al norte del valle Nemiah, cuenta con una población de aproximadamente 200 personas; la mayoría viven dentro de la reserva. Se hallan en una zona de difícil acceso y a la cual se llega a pie o caballo. Mantienen su lengua, tradiciones y religión. Subsisten de la caza de alces y la venta de pieles, pero esto ya no es suficiente por el bajo valor de éstas. Su gobierno es tradicional y se basa en un jefe y cuatro consejeros; estos se ocupan de discutir los asuntos relevantes para el grupo. La banda ha aceptado en diversas ocasiones programas del gobierno, como la construcción de escuelas o manutenciones; pero la mayoría de las veces estas ayudas han fracasado y los kluskus devolvieron el dinero. Ahora se niegan a aceptar muchas de las mejoras propuestas por el gobierno como la electrificación; bajo el argumento que de que esto atraería gente a la reserva (Thomson, 2002).

La situación de los kluskus es difícil: se hallan desempleados y endeudados. Han intentado poner en marcha varias actividades alternas para mejorar, como la creación de una compañía constructora para edificar casas en la reserva, pues no las había; un programa forestal para proteger las zonas de caza y evitar que entre maquinaria pesada; y la creación de una escuela donde se contrata a profesores que hablan la lengua carrier. Aceptar subsidios del Estado ha traído algunos problemas como alcoholismo, elevación del número de suicidios y hasta una alerta de brote de SIDA. Una de las razones de lo anterior es la falta de un plan integral donde los kluskus puedan aprovechar los subsidios que el gobierno otorga; lo que puede provocar un mal uso de los mismos. A pesar de lo anterior los kluskus aceptan algunos fondos específicos como las pensiones para adultos.(Aparicio Wilhelmi, 2004; Thomson, 2002).

Tratar de mantenerse aislados para preservar su identidad y al margen del gobierno podría parecer contradictoria cuando se hace notar que los kluskus aceptan dinero del Estado. Pero en realidad esto pone de manifiesto la necesidad de los pueblos de dinamizarse, cambiar aquellas prácticas (por ejemplo la recolección por una agricultura no agresiva) para alcanzar una mejor calidad de vida. Y la obligación del Estado de no sólo generar una relación de dependencia con los subsidios, sino de proveer de programas integrales que ayuden a los pueblos a superar sus rezagos. Existen otras conductas que los kluskus deben cambiar a nivel individual como el abuso de bebidas alcohólicas o el uso de drogas. Pues en este caso específico se observa una relación estrecha entre el consumo de alcohol y drogas y el aumento de violencia. Esto ocasiona muchos problemas al interior de la comunidad.

Ambas partes deben mostrar más apertura al cambio, al reconocimiento y la ayuda. El modelo de Olivé pone de manifiesto lo anterior pues la situación de los kluskus planteada es incompatible con su modelo; pero requiere de una solución más elaborada.

Durante mucho tiempo la relación entre las bandas indias y los diferentes niveles de gobierno en Canadá ha sido infructuosa en cuanto a mejorar las condiciones de éstas. En la mayoría de los acuerdos firmados las bandas indias quedaron en desventaja o no han sido respetados por el gobierno. La Indian Act proclamada en 1876 regulaba lo referente a los grupos indígenas, ha sufrido modificaciones a lo largo de la historia pero en general nunca concedió beneficios sustanciales de grupo a la los grupos indígenas. Las reformas más recientes son las alcanzadas en el acuerdo de Charlottetown en 1992, que tampoco supuso un cambio en las condiciones de vida de los bandas. Aunque las bandas indias poseen reconocimiento constitucional no ha sido suficiente para atacar los problemas que padecen (Aparicio Wilhelmi, 2004; Thomson, 2002).
4. En busca de una solución.

Buscar una solución para que permita la dinamización de los pueblos y la conservación de su identidad colectiva es una tarea compleja. Se requiere apertura para poder comprender a los actores involucrados y evitar intolerancias o posturas radicales. Lo primero que hay que considerar es que muchas veces las conceptos de autonomía, autogobierno, reivindicaciones, derechos diferenciados, y lo que implican, son entendidos de diferente manera tanto por el gobierno como por las bandas indias. Olivé hace énfasis en el derecho de los pueblos a la autonomía y en una activa participación acerca de el manejo de los recursos de los territorios donde habitan. De tal forma que el autogobierno parece una de las soluciones más plausibles.

En el caso de las bandas indias de Canadá, la Indian Act establece la estructura de gobierno de las bandas y aunque deja cierto margen de maniobra para los pueblos el gobierno canadiense tiene amplias atribuciones para intervenir en los gobiernos tradicionales. Lo que buscan las bandas indias es una autonomía funcional pero ante la indiferencia del gobierno y la necesidad de subsistir han optado por una autonomía territorial (Thomson, 2002). Por su parte el gobierno interpretó “al autogobierno como un proyecto administrativo en el cual se permite que las poblaciones indígenas administren programas previamente diseñados –en general por los gobiernos centrales– para abordar los problemas sociales y la marginalidad económica”(Cornell, 2006:300).

Kymlicka identifica el derecho de autogobierno dentro de los derechos diferenciados, los cuales son necesarios para atenuar la desigualdad de las minorías. Subraya el reconocimiento del derecho al autogobierno por el derecho internacional aunque con algunas limitaciones. Él distingue al autogobierno vinculado a reivindicaciones territoriales, del autogobierno dentro de un pacto federal. El primer tipo es el que se ajusta a nuestra problemática y tiene que ver con competencias cedidas por el Estado a las bandas indias en diferentes aspectos. Un aspecto de gran relevancia en el autogobierno es que este derecho se considera intrínseco al grupo, y por lo tanto permanente. Esto nos remite a otro de los derechos propuestos por Kymlicka, el de representación en los procesos e instituciones políticas. Esto en el sentido de que el grupo étnico tenga representación en aquellas instancias políticas que pudieran revertir unilateralmente el derecho al autogobierno (Kymlicka, 1996).
En la Columbia Británica existen casos de bandas a los cuales se les ha otorgado el derecho al autogobierno por medio de tratados, el primero es el de los indios sechelt norte de Vancouver, y el de los indios nisga’a en la costa norte de la provincia. Estos casos han sido relativamente existosos, pues el pueblo sechelt ha conseguido convertirse en una municipalidad totalmente india; y posteriormente su autogobierno se convirtió en ley federal (Berdichewsky, 2001). Aunque la autonomía y el autogobierno son bases para la mejora de las condiciones de los pueblos, insistimos que son necesarios otros mecanismos para que las bandas indias superen su rezago. Mecanismos como los que propone Olivé: recibir recursos compensatorios y políticas especiales para distribuir los bienes entre aquellos pueblos en desventaja.

Pero el poder avanzar en la disminución de desigualdades requiere también la participación de la sociedad en general, y no sólo la de los grupos étnicos y el gobierno. Al respecto Kymlicka habla de ciudadanos interculturales dentro de estados multiculturales. La idea fundamental es que los ciudadanos apoyen y promuevan la existencia de estados multiculturales; que sin el apoyo de los ciudadanos difícilmente existirán como proyecto. Esto pone de relieve la importancia de la sociedad en superar las injusticias dando un primer paso al reconocerse integrantes de un Estado multinacional; y fomentar valores interculturales. La educación juega un papel importante para poder lograr avances en este punto. En resumen, “un ciudadano intercultural es alguien que no sólo apoya los principios de un Estado multicultural, sino que también demuestra todo un rango de actitudes personales positivas hacia la diversidad” (Kymlicka, 2002:13). Sería ideal que los ciudadanos interculturales y el estado multicultural fueran totalmente compatibles; pero existen muchos conflictos al fomentar la interacción cultural en ambas esferas[8].
El punto anterior coincide con una de las obligaciones, planteadas por Olivé, del Estado para con los pueblos: promover la “cultura de la interculturalidad” (Olivé, 2006:35). La educación pública surge entonces como una herramienta de gran alcance para lograr este cometido. De esta manera se trata de ampliar el alcance del modelo multicultural, más allá de los grupos étnicos y Estado; buscar la participación de la sociedad en general para lograr un proyecto de Estado multicultural basado en un consenso mayor.

En el caso de las bandas aislacionistas de la Columbia Británica hay que tener en cuenta algunos rasgos del Estado y la sociedad, como la larga tradición política liberal. Lo cual influyen en la renuencia a otorgar derechos diferenciados a estos grupos. Sin embargo, desde hace algunos años el gobierno canadiense se ha mostrado más abierto a otorgar reconocimiento a las bandas indias; como en los casos mencionados. Si seguimos el razonamiento de Kymlicka y Taylor, los valores liberales no son incompatibles con las diferencias culturales. El Estado debería conceder un autogobierno más autónomo y no sólo administrativo a las bandas indias; para poder mantener su identidad. A su vez, garantizar mecanismos de ayuda mediante los cuales las bandas puedan utilizar los recursos de sus territorios para su subsistencia. Las bandas a su vez deben comprometerse a revisar aquellas prácticas que generan problemas al interior del grupo y con los demás pueblos; y que no tienen un sustento cultural. Todo esto dentro de un marco que fomente la constante revisión de la realidad multicultural en el país; así como el reconocimiento y el respeto a todas las culturas.

CONCLUSIÓN
En la actualidad la mayoría de los Estados poseen una gran diversidad de grupos culturales con distinto origen; pero que contribuyen a la formación de sociedades multiculturales. La existencia de dicha diversidad suscita fricciones, problemas y debates en muchos de los países con esta situación, y que ya tienen una larga tradición multicultural. Otros países recientemente han incorporado el tema de la multiculturalidad a la agenda de sus gobiernos y poco a poco ceden reconocimiento y derecho a sus minorías. Sin embargo, uno de los problemas que existen al abordar este tema es la polisemia de conceptos clave como multiculturalidad, multiculturalismo; y las diversas tipologías que existen de las minorías de un país. Las posturas enfrentadas en la cuestión multicultural son la liberal (en contra de los derechos diferenciados) y la comunitaria (a favor de éstos). Pero hay quien intenta encontrar puntos intermedios.
Existen numerosos grupos que desean preservar sus costumbres, tradiciones, identidad, etc.; pero tienen dificultades para hacerlo. Por un lado no pueden simplemente aislarse del mundo sin que esto tenga efectos negativos hacia el grupo; y una apertura hacia por presiones indirectas de la mayoría provocan aculturación. El modelo multicultural de León Olivé se presenta como una alternativa para abordar este problemática; la posibilidad de mantener la identidad del grupo al tiempo que permite – insta- que éste cambie aquellas practicas que le impidan desarrollarse. Se debe ser precavido al momento de analizar desde esta perspectiva a cualquier grupo, pues la variación de contextos y sociedades en los países impide hacer generalizaciones. En el caso de las banas indias de la Columbia Británica es un buen punto de partida para acercarse a la dinamización en estos grupos.

El Estado y la sociedad juegan papeles importantes en la conformación de sociedades multiculturales que respeten, apoyen y fomenten la multiculturalidad. Aunque difícil, es necesario que se promuevan acciones para garantizar una mejor calidad de vida a aquellos grupos en desventaja. Esto sin caer en un uso instrumental de la idea de identidad, para obtener beneficios sin el verdadero deseo de formar un proyecto de inclusión para todos los sectores de la sociedad

BIBLIOGRAFÍA
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Berdichewsky, B. (2001), “Autonomía Indígena en las Américas: el caso de Canadá” en Revista Futuros, Vol. II, No 5, Vancouver, Canadá: Universidad de British Columbia. Artículo en línea disponible en http://www.revistafuturos.info Fecha de acceso 05-03-2011
Cornell, S. (2006), ”Pueblos indígenas, pobreza y autodeterminación en Australia, Nueva Zelanda, Canadá y EE.UU”, en Pueblos indígenas y pobreza. Enfoques multidisciplinarios, Alberto D. Cimadamore, Robyn Eversole y John-Andrew McNeish (coord).). Buenos Aires: Programa CLACSO-CROP. Artículo en línea disponible en http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/crop/indige/S2C5Cornell.pdf. Fecha de acceso 03-03-2011
Folcher, F. D. (2000), Ciudadanía y multiculturalidad. Algunas reflexiones sobre la obra de Will Kymlicka. Conferencia: VI Congreso Argentino de Antropología Social. Mar de Plata. Fecha de acceso 10-03-2011, de http://www.redadultosmayores.com.ar/buscador/files/DCRAM036.pdf
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Morales Canales, L. (2008), Multiculturalismo y democracia. Ciudad de México: Instituto Federal Electoral. Artículo en línea disponible en http://www.ife.org.mx/docs/IFE-v2/DECEYEC/EducacionCivica/CuadernosDivul… Fecha de acceso 03-03-2011
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Thomson, D. L. (2002), Las reivindicaciones políticas de las bandas indias de la Columbia Británica, en William Safran y Ramón Máiz Suárez (Eds.), Identidad y autogobierno en sociedades multiculturales, Barcelona: Ariel, pp. 321-340.
Páginas Web
Statistics Canada: www.statcan.gc.ca
Página oficial de la Columbia Británica: http://www.gov.bc.ca/

[1] Existen otros términos utilizados para referirse a estas situaciones, como pluriculturalidad, interculturalidad, pluricultural, etc. En este trabajo cualquiera de los términos mencionados hará referencia a la situación explicada.
[2] Autores como Kymlicka utilizan nación y cultura indistintamente, para fines prácticos se hará lo mismo a lo largo del trabajo.
[3] Olivé usa minoría étnica para referirse al primer grupo cultural ya descrito; como este trabajo busca partir de la visión de Olivé, al usar grupo o minoría étnica se refiere a ese grupo.
[4] Para una revisión más detallada de estos derechos ver Kymlicka, W. (1996). Ciudadanía multicultural. Una teoría liberal de los derechos de las minorías. Barcelona: Paidós, pp. 47-55
[5] Para ampliar cfr. con Rawls, J. (2010). Teoría de la justicia. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica.
[6] El concepto identidad colectiva o étnica alude, en este caso, a la forma en que se concibe un grupo (desde dentro o fuera de él) a partir de ciertos elementos como singularidad racial, territorio, lengua, vestimenta, religión, etc. Generalmente se plantean en términos de un pasado común donde el componente étnico predomina. Identidad colectiva puede ser un término más amplio, sin embargo aquí se hará un uso indistinto.
[7] Fuente www.statcan.gc.ca Los censos nacionales en Canadá son cada cinco años, las cifras corresponden al de 2006. En mayo de 2011 serán presentados los resultados del último censo (2011).
[8] Para hacer una lectura amplia acerca de los posibles conflictos ver Kymlicka, W. (2002). Estados multiculturales y ciudadanos interculturales. Conferencia: V Congreso Latinoamericano de Educación Intercultural Bilingüe.

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