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Por:
Lic. Jocelyn Abigail Reyes Moctezuma y Lic. José Carlos Rodríguez Arzaba
Introducción
Tras el reconocimiento de los efectos que la actividad humana ha tenido en el ambiente diversos actores han denunciado, desde diferentes ópticas, cuáles han sido los errores cometidos, cómo se pueden solucionar y qué se puede esperar si se aplican las medidas necesarias para revertir el escenario actual.
Ha quedado claro que cada discurso persigue legitimar sus acciones y el sistema de pensamiento que está detrás de su argumentación: es una confrontación entre símbolos, significados y formas de interpretación de una realidad compartida, sí, pero abordada y entendida desde horizontes tan dispares que, en ocasiones, resultan ajenos o antagónicos. Entonces los temas ambientales son abordados por paradigmas científicos que remiten a sistemas organizados de ideas, metodologías, y comprobaciones empíricas.
La biología, ciencia de la vida, fue pionera en indagar la relación asimétrica que existe entre el hombre y la naturaleza (Riechmann, 2003); sin embargo, la evolución del conocimiento en otras disciplinas posibilitó abrir nuevas líneas discursivas; actualmente la economía ecológica, la antropología ecológica, la etnoecologia, la ingeniería ambiental, y muy recientemente la sociología tras el debate de la modernidad reflexiva (Giddens), la sociedad de riesgo (Beck), y la hipermodernidad (Lipovetsky), ha posibilitado teorías para enfrentar el reto ambiental[1].
El mercado, la política, la cultura y la sociedad se ven inmiscuidos en estos asuntos, conduciendo posibles respuestas y soluciones que nos hablan de la jerarquía que tienen en un momento dichas áreas del quehacer humano sobre los temas medioambientales.
Están las respuestas técnicas que apuestan a la tecnología para adaptar al capitalismo, y así mantenerlo como modelo económico único, a los desequilibrios ecológicos (Meadows, 1972), o retóricas empapadas de neoliberalismo que persiguen ponerle precio a la naturaleza para que así el mercado pueda administrarla y controlar (Panayatou,1994); otro camino es el político, donde las soluciones burocráticas, a través de políticas públicas, normatividad ambiental, y la creación de sistemas de expertos, conducen a abrir espacios, con distintos grados de relevancia,en las agendas de gobierno a los dilemas ambientales (Alfie, 2005). Otra posibilidadde abordaje, reclama la necesidad de establecer una sustentabilidad social que atienda la pobreza, las desigualdades, la redistribución de la riqueza y el equilibrio, siempre deseable, entre el hombre y su entorno natural (Foladori, 2005 y Sachs, 2002).
Sin embargo, el desinterés del sistema económico y la falta de acuerdos entre los Estados han fomentado la animadversión de millones de seres humanos que padecen en sus vidas cotidianas el calentamiento global, la deforestación, las consecuencias sanitariasde la contaminación industrial, la pérdida de biodiversidad, la creciente urbanización, la cerrazón empresarial que en aras de beneficios económicos inmediatos sobreexplotan recursos naturales.
La Conferencia de Desarrollo Sustentable de Naciones Unidas del 2012, llevada a cabo en Río de Janeiro, Brasil, para muchos fue el ápice de una realidad contundente, reflejó las contradicciones entre los gobiernos, las organizaciones no gubernamentales y las distintas corrientes sociales (Gosman, 2012). El evento fue el intento de gobiernos y organizaciones internacionales por debatir problemas compartidos pero diferenciados. Y los datos están allí como un recordatorio de lo que se ha dejado de hacer: un mundo con 7000 millones de personas donde: 1400 millones viven con 1.25 dólares al día o menos, 1500 millones no tienen acceso a la electricidad, 1000 millones pasan hambre cada día, hay un aumento de gases de efecto invernadero, un planeta degradado e inseguro ecológicamente, y la constantepérdida de fauna y flora (UNCSD, 2012).
El radicalismo verde
Dentro de la variedad de corrientes ambientalistas hay un conjunto de ideas, prácticas y estilos de vida que se conjugan en movimientos sociales y se contraponen, o tienen pocas esperanzas en las buenas intenciones de los acuerdos políticos, al capitalismo por ser el sistema económico responsable de la destrucción ambiental. Sus formas de manifestarse remiten a una posición radical que reclama espacios públicos para visibilizar una realidad vedada por la demagogia política o la indiferencia social. El objetivo es concientizar a los actores sociales sobre el predominio de la economía sobre la naturaleza.
Estos movimientos se nutren de las nuevas revisiones que están teniendo el comunismo, el marxismo, el anarquismo, y el feminismo[2]. Y como tal parece que hoy lo ecológico está en todo, la religión no es ajena, así “la eco-teología supone que existe una relación entre la visión del mundo espiritual y la degradación de la naturaleza”[3]
Lo que tienen en común estos movimientos es su crítica a la modernidad como constructo occidental generador de una crisis ambiental y social por su lógica instrumental de dominación de la técnica sobre la naturaleza. Si la modernidad descansa en un marco teórico occidental, donde la ciencia es objetiva, racional y su fin es el progreso, y cualquier retroceso o estancamiento remite a lo tradicional y atrasado, no resulta extraño su menosprecio a otras formas de conocimientos que sí toman en cuenta la subjetividad individual, la expresividad y la oposición a la dominación de la naturaleza al no formar parte de su cosmovisión social[4].
La subjetividad es muy importante dentro del radicalismo verde, pues si la razón desdeña lo emotivo, la religiosidad, las interpretaciones simbólicas, y las percepciones aprendidas y heredadas generacionalmente entorno a la naturaleza, se vale de ella para oponerse a un estilo de vida, de producción y consumo que atenta ya no contra la naturaleza en abstracto, sino con una dimensión trascendental de la identidad individual y social. Comprender la experiencia que existe entre los sujetos y su ambiente es esencial para explicar las relaciones ecológicas. Tal interés por lo subjetivo tiene un respaldo científico que se lo otorga la etnoecología.
“Es el estudio de las relaciones entre el medio natural y los pueblos tradicionales, incluyendo el conjunto de conocimientos, estrategias y habilidades que les permiten reproducir sus condiciones materiales y sociales de existencia. Es una ciencia hibrida que descubre sus bases teóricas y metodológicas tanto en las ciencias naturales como en las ciencias sociales” (Durand, 2000: 143).
Si bien, se hace mención de una exclusividad de los pueblos tradicionales al ser grupos sociales que han convivido desde tiempos inmemorables con la naturaleza sabiéndola utilizar, preservar, conservar y, la principal arista de estos estudios, respetar, resulta novedosa la postura reflexiva y crítica que encierra esta disciplina al poner en jaque la idea de progreso, que sólo tiene sustancia en la lógica occidental. Progreso que es posible a través de la subordinación total de modos de vida que no se respetan ni, claro está, hay interés por mantenerlos. Si son obstáculo para la economía y la técnica, entonces, hay que extirparlos.
Es una postura romántica en la que el objeto de conocimiento—la naturaleza—forma parte y es participe del proceso de reflexión, tiene vida propia y junto con el sujeto se funde en un proceso dialógico de conocimiento[5]. Hay una moralización de la naturaleza que se adjetiva con la ética de los individuos en acción con su entorno. Es vivir y sentir la naturaleza, tanto que se llega a justificar la idiosincrasia de una conexión cuasi religiosa entre el ser y el objeto.En este tenor de ideas se encuentra lo que la academia ha denominado “romanticismo verde”, el cual no busca dominar la naturaleza sino reconocerla y transcender con ella sin necesidad de poseerla.
El romanticismo verde persigue enaltecer el valor de uso de los recursos naturales y no tanto su valor de cambio; propone que el conocimiento tradicional ecológico de algunas comunidades autosuficientes, verbigracia las indígenas, puede ser viable dentro de las sociedades modernas; pugna por estrategias productivas amistosas con el ambiente, fomentado la autocontención porque se tiene conciencia de los limites ecológicos.
Las soluciones están fuera del capitalismo
El capitalismo persigue la acumulación y no establece límites a su crecimiento, ni plantea la posibilidad de erradicar la pobreza, las desigualdades y la marginalidad de millones, entonces es impensable hablar de un “capitalismo verde”. La destrucción ecológica es una consecuencia directa de los modos de producción, una externalidad negativa del sistema económico que no se puede erradicar; pero como el descontento social y las contradicciones propias que encierra el capitalismo,provocando crisis ecológicas que pueden afectar su producción, están presentes, entonces se plantea como prioridad crear paliativos para mantener en funcionamiento los engranes.
Para los románticos verdes resulta absurdo creer que el capitalismo puede auto-limitarse: no puede dejar de crecer, es su fuerza de empuje. Su relación con la naturaleza es bajo la primicia de que ésta es ilimitada y se debe de explotar para garantizar del desarrollo y crecimiento económico, “por lo tanto, una economía de crecimiento cero sólo es posible imaginarla separada de los relaciones sociales del capital” (Rossi, 2010:24).
Las reglas de convivencia entre hombre – naturaleza en el sistema capitalista actual, han engendrado una catástrofe irremediable que se agudiza día a día. Vivimos en un mundo lleno de mercancías superfluas que enaltecen el consumismo, el individualismo y el sinsentido de una existencia alienada: Ostentar cosas, de eso se trata el capitalismo.
Y ya en nuestro “mundo lleno” la naturaleza es el factor de producción más escaso. En efecto: la fuerza de trabajo es reproducible si existen alimentosy recursos naturales; el capital es reproducible si existe trabajo y recursos naturales; pero la naturaleza no es reproducible de la misma forma (Riechmann, 2005: 104).
Una de las características de la modernidad reflexiva es la duda e incertidumbre que los ciudadanos tienen de sus autoridades. Y con justa razón. Pero no se trata de caer en un pesimismo que fomente la apatía, todo lo contrario. La presencia de distintos movimientos sociales hoy están reconfigurando las relaciones de poder para cuestionar hasta dónde los políticos y empresarios ha llegado, distanciándose de la “voluntad general” en beneplácito delautilidad particular egoísta. La participación activa de los actores sociales interesados e informados favorece a la creación de soluciones alternativas frente a los grandes retos de la humanidad. Sin embargo, nuevos estilos de vida que se contraponen al capitalismo implican una resistencia a sus impactos, un enfrentamiento directo con el capital. Alcanzar este estadio social, para los románticos verdes conlleva una revolución cultural que cambie el sistema de valores actual. Una rebelión ontológica del ser y el tener.
“La alternativa entre tener que se opone a ser, no trae al sentido común. Parece que tener es una función normal de la vida: para vivir debemos tener cosas. Además, debemos tenerlas para gozarlas. En una cultura cuya meta suprema es tener (cada vez más), y en la que se pude decir de alguien que ‘vale un millón de dólares´, ¿cómo pueda haber una alternativa entre tener y ser? Al contrario, parece que la misma esencia de ser consiste en tener; y si el individuo no tiene nada, no es nadie” (Fromm, 1994:33).
Hacer del mundo algo mejor para los románticos es la apuesta por “un proyecto de naturaleza que incluye consideraciones de viabilidad en diferentes dimensiones y que también tenga consideraciones sociales” (Fava y Thomé, 2008: 45). Su utopía es la construcción de un sistema sostenible que permita la inserción de la economía sin perjudicar a los ecosistemas, que garantice la vida de todas las criaturas.
El discurso de los románticos verdes tiene cierta fuerza, en la cotidianidad ya hay ejercicios de gente comprometida que va a contracorriente; por ejemplo, las tendencias indigenistas que enaltecen el simbolismo de la Tierra acercándola a una representación femenina que otorga alimento, cobijo y protección; o la organización de miles de campesinos a nivel mundial bajo la bandera de Vía Campesina, movimiento internacional que cuestiona a las firmas agroindustriales por perjudicar a los cultivos nativos o saquear la biodiversidad de las naciones subdesarrolladas, colocando a la producción alimentaria como eje central ante la pérdida de soberanía alimentaria en distintas latitudes del planeta[6].
El descontento también está dentro del propio sistema;los ciudadanos de los países desarrollados ya están padeciendo los efectos ecológicos, condición que favorece la protesta y resistencia social. He allí los movimientos deepecology, intentionalcommunities, la agricultura urbana – orgánica, la permacultura, la adopción de nuevos patrones de vida que fomentan el trueque, la solidaridad comunal, la reducción del consumo. Todos ejercicios de actores sociales que no desean entrar de lleno en la lógica del capitalismo neoliberal – globalizado.
Caso de estudio: Parque Ecológico Loreto y Peña Pobre
Al sur de la ciudad de México, justo donde por lo menos hace 3200 años comenzó a asentarse la cultura Cuicuilca, encontramos hoy el “El parque ecológico Loreto y Peña Pobre”, es un proyecto de educación ecológica permanente del Distrito Federal. El decreto que le otorgó el título de ‘Parque Ecológico’ se obtuvo el 15 de junio de 1987, luego de que la antigua fábrica de papel Loreto y Peña Pobre, que ocupaba gran parte de este terreno, fue cerrada en 1986, permitiendo que el lugar fuera utilizado como una de las reservas ecológicas más importantes de la ciudad[7].
Tiene una superficie de 21,233.00 metros cuadrados, su ubicación exacta es en avenida San Fernando número 765, colonia Peña Pobre, Delegación Tlalpan, Distrito Federal. Cuenta con áreas verdes, una zona de restaurantes, cafeterías y locales comerciales, en los que se puede adquirir todo lo relacionado a la horticultura. Además tiene una librería, una granja integral de autoconsumo, un invernadero, una escuela para niños, una casa ecológica autosuficiente[8]y diversos talleres para niños y adultos[9].
El parque ecológico es un proyecto de la sociedad civil organizada que buscó rescatar una pequeña fracción de suelo capitalino para ofrecer un espacio enfocado a la educación ambiental. Los locatarios, talleristas y los administradores nos hablan de la importancia que tiene, y del cómo se ha logrado transmitir un mensaje ecológico, necesario en una ciudad dispersa que crece por momentos sin planeación alguna, acarreando problemas ecológicos que afectan la calidad de vida de sus habitantes.
Acciones individuales que impactan
A la entrada de un negocio de artesanías textiles y accesorios reciclados, una mujer nos observa y se acerca para ofrecernos los productos que oferta su establecimiento. Se llama “Corazoncitos”. Y el nombre importa porque no sólo es una tienda, sino también un taller de manualidades enfocado a niños que sin darse cuenta están aprendiendo el valor del reciclaje. Una temprana educación ambiental, que para los talleristasde este lugar resulta imprescindible si es que queremos formar mejores ciudadanos.
Sofía, nombre de la dueña del negocio, es directa respecto a la falta de interés que tenemos los mexicanos entorno al cuidado de la naturaleza:
“Es muy complejo porque implica muchas cosas; el rollo ambiental no está deslindado, es un problema integral que viene a consecuencia de la cultura, la política, todo está unido; es muy difícil hablar de conciencia ambiental porque desgraciadamente, es un tema que está de moda desde hace como 15 años o no sé cuánto, pero sirve como moda para algunos cuantos”.
Nos dice que lleva tres años en el Parque Ecológico, tiempo en el que ha visto cómo la educación ambiental es necesaria para un país que poco tiene que ofrecer a sus jóvenes que no sea violencia y drogas: “la gente ya no tiene fuerza para nada y lo único que queremos es sobrevivir dignamente, pero es muy difícil; por eso hay tantos sicarios, (porque) si te van a pagar bien desde niño, desde los trece años, pues le entras, porque no hay de otra”, sentencia.
Quizá como muchos mexicanos Sofía esta desencantada con los políticos, ha dejado de confiar en ellos para ponerse a trabajar en acciones que sirvan a la sociedad; su apuesta es con niños, trasmitirles el mensaje de que reciclar no es una moda pasajera, sino un compromiso con el planeta. Las medidas que tomó iniciaron en casa:
“Depende de nosotros cambiar con pequeñas acciones como: separar la basura, hacer tu comida y no vaciar el aceite en el fregadero porque contamina muchísimo el agua; yo me baño rapidísimo y pongo mi cubeta para usar el agua fría para el retrete. Si realmente desde arriba quisieran hacer algo por nosotros ya lo hubieran hecho”.
Como muchos ecologistas augura pocas esperanzas de que el modelo económico actual se preocupe por el medio ambiente: “reciclar es importante, pero significa pérdidas para el sistema neoliberal”. Las acciones individuales, sin lugar a dudas, son necesarias para transformar el sistema de valores, si es que hay un interés por generar una conciencia ecológica; “es un rollo muy personal que tenemos que ir armando; y si no lo hacemos, pues mira como está ya el mundo”, comenta Sofía mientras se quita sus anteojos y los limpia con una servilleta blanca.
Esta mujer con educación universitaria, por momentos duda de que la gente reticente a los temas medioambientales tome partido por causas que nos deberían de importar a todos. Sin embargo, la apatía generalizadano le impide continuar en su tarea de sensibilizar, “yo lo que puedo hacer es desde mi trinchera, mis manualidades, hago cine para niños, transmito esta educación ambiental a mis hijos”.
La naturaleza nos da todo
Nuestra siguiente parada nos lleva con Esther. Mujer madura que atiende el “Vivero Cuicuilco”, además imparte talleres y cursos de tejido, jardinería, hidroponía y deshidratación de plantas. Con una amplía formación académica que pasa por la antropología, la biología y la sociología, lleva 12 años en el parque trabajando con niños y adultos que estén interesados en valorar la naturaleza. Sus recuerdos inmediatos sobre el origen de este lugar la llevan a su infancia:
“Mi interés por el parque nace como antecedente familiar (…). Yo conocí este lugar desde chica, cuando era una fábrica de papel; desde la primaria, muchas de mis compañeras y amigas eran hijas de los obreros de aquí; desde mi casa se oía el sonido del silbato de la fábrica, se sentía el olor del humo que salía de la chimenea, inclusive a una cuadra del lugar donde yo vivo pasaba un río con los desechos de la fábrica”.
La propia dinámica sociodemográfica de la ciudad hizo que las actividades industriales, que en el periodo del “desarrollo estabilizador” catapultaron la economía nacional, salieran de sus perímetros para ubicarse en la periferia. Ahora, el sector terciario ha hecho de la capital del país una ciudad de servicios. Y la fábrica de papel de Loreto y Peña Pobre, recuerda Esther, también enfrentó estos retos: “Ya no podía estar en la ciudad porque (ésta) había crecido, se había convertido en un área urbana”. Hace mención que había descontento con la fábrica, porque contaminaba el aire, gastaba mucha agua, y obstruía el tránsito local por los camiones que transportaban troncos demasiados grandes.
Los vecinos al enterarse que cerraría se organizaron para generar presión buscando preservar una porción mínima de sus terrenos. Y lo lograron.
Esther está muy comprometida con su labor. Confía en que son los niños los que más se benefician con la educación ambiental; recurriendo a títeres hechos por ella, les otorga a los infantes un mensaje de respeto hacia los animales y las plantas “que cuiden una planta, que la siembren, que incluso toquen la tierra, que sepan que el contacto con la naturaleza es a través de la información, pero que no confundan tener una planta o animal como un juguete”, puntualiza. No es ingenua y sabe que lo poco que puede enseñar puede perder su valor si en casa o en la escuela los padres y maestros no lo refuerzan con otras actividades parecidas. Es una corresponsabilidad que pocas veces se quiere asumir;la nuestra es una sociedad acostumbrada a desatenderse de obligaciones y relegarlas a otros.
Sus creaciones también tienen un propósito claro, apunta: “para mí era importante trabajar aquí, porque no solo haces un trabajo, sino enseñas a alguien a tener conciencia, a tener información, a hacer objetos que son utilitarios o divertidos que tienen que ver con la ecología”.La gente que se acerca a su negocio observa con curiosidad la infinidad de títeres que vende. Son de colores diversos, ninguno se parece entre sí porque cada uno remite a la imaginación de una creadora que poco le importa respetar las reglas establecidas, convicción que comunica.
Pero no sólo se queda en una cuestión lúdica, Esther fomenta valores como la tolerancia y el respeto:
“Que si el gato es amarillo o verde porque el niño así lo decidió se respete su creatividad, muchas veces los papás se oponen y dicen: ´no, el gato no es amarillo, es blanco o negro´; pero aquí tratamos de que los papás no interfieran y respetan lo que el niño ha creado. Hay patrones de género; por ejemplo, a un niño varón no lo dejan que teja un conejo rosa, él lo tiene que hacer blanco o azul y la niña rosa; yo trato de hacerlos cambiar diciendo: ´no importa el color del conejo, lo que importa es que te guste y estés contento con él porque tú lo hiciste´. Otro valor importante es el respeto, que los niños entiendan que los animales y plantas sienten”.
Acciones mínimas pero valiosas, más cuando aún perviven muchos prejuicios que los adultos transmiten, quizá sin proponérselo, a los niños. De igual forma, la preocupación por la falta de actividad física y los graves problemas de obesidad infantil, son temas que Esther atiende; incentivando la creatividad, el contacto con la naturaleza y las diversas posibilidades de conocimientos que pueden adquirir sí se atreven a despegarse de tantos distractores tecnológicos que ofrece el mercado. A diferencia de Sofía, Esther cree que las acciones colectivas son las que conducirán a otro escenario al actual. Pero, el primer esfuerzo que debemos hacer es adoptar un compromiso no solo ecológico, también social, por estar unidos por una delgada línea.
“En mi casa trato de tener conciencia no solo desde el punto de vista biológico sino también social; en lo cotidiano trato de comprar objetos que sé que no hacen tanto daño al ambiente, pero no solo al ambiente sino a la sociedad; por ejemplo, una empresa que no sea socialmente responsable, que no pague salarios justos, que trata mal a los empleados, aunque me ofrezca un precio bajo, yo no lo compró ahí; yo prefiero comprar en un tianguis, luego, compro productos que no dañan al ambiente. Comprar cosas que realmente necesito, sino no lo compro”.
Ahora bien, emprender estas medidas hace responsables a los actores sociales en sus modos de consumo y, a su vez, apelan a fomentar una nueva relación entre el hombre y la naturaleza. Tan indispensable resulta lo anterior para nuestra entrevistada cuando descubre que los niños que participan con ella han crecido en una sociedad que los ha acostumbrado a tener, acumular y tirar. Nada tiene valor. Incluso dice que en sus años de experiencia observa “cantidad de niños que no saben de dónde sales los alimentos; por ejemplo, no saben que salen de las plantas, de los animales, de una parcela, de una granja; piensan que todo sale del supermercado, y eso se refleja en la alimentación”. Y nada más cierto como el hecho contundente de un país con altos porcentajes de obesidad, consecuencia directa de pésimos hábitos alimenticios.
Respecto a la función que cumple el parque, Esther comenta que cumple con incentivar educación ambiental, es un lugar de relajación, habitad del tlacuache, animal que está en peligro de extinción, y de flora local. Otro dato relevante es que en el lugar hay vestigios arqueológicos; sin embargo, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), dice, no se ha interesado en realizar ninguna acción de recuperación.
La principal función es social, porque aún cuando es pequeño el parque recibe de martes a domingo cientos de visitantes, aproximadamente 200 personas diarias, calcula Esther, “aunque los fines de semana vienen más; y ocasionalmente, cuando tenemos visita de escuelas, grupos especiales, etc. pues hay más movimiento” que buscan encontrar un respiro al trafago cotidiano de la ciudad, y si les interesa comprender que la naturaleza no es moda, sino vida.
“La naturaleza nos da todo, alimentos, materiales para construcción, tintes, las fibras para hacer ropa, papel, nos da belleza, colores, poesía, hasta nombres (…). Es importante que puedas sentarte y contemplar las flores, su belleza, su color, su forma. Pero estamos en una situación de riesgo”.
Las energías alternativas: una opción viable
Nos recomiendan visitar “El laboratorio de mamá Tierra”, quizá el taller más atractivo al promover la elaboración de juguetes a partir de productos reciclables y energías alternativas. Juan es quien está detrás del proyecto. Se autodefine como un hombre curioso que desde muy niño empezó a inventar sus propios juguetes. El taller lleva tres años en el parque, y por la cantidad de niños que pudimos ver, parece que el proyecto ha resultado muy exitoso.
El objetivo es enseñar a los niños que es posible cuidar al ambiente reutilizando materiales, mostrarles que las cosas pueden tener diversas utilidades y así dejan de ser simple basura; y esto es un paso trascendente porque “le ayudas a la naturaleza, además de que tu concepción de lo que es basura cambia, estás rehusando y no tirando, entonces estas contribuyendo; los niños participan y aprenden con su creación que pueden modificar este proceso”, nos dice.
La exigencias del negocio han crecido, por tal razón Juan ya no se involucra directamente con los pequeños usuarios; cuenta con un grupo de personasque coordinan las actividades, jóvenes que él capacita; gente comprometida que transmite el mensaje del taller “la idea es que lo hagan los niños, que aprendan a hacer sus juguetes con el reúso de materiales”, comenta este administrador de profesión pero inventor por convicción.
Años de experiencia con el manejo de energías alternas llevan a Juan a postular que hay soluciones viables para reducir la contaminación. Por ejemplo, las altas emisiones de dióxido de carbono al aire podrían revertirse con la inversión de otras fuentes de energías amigables con el ambiente, pero:
“No veo que haya la intención de reducirlas, porque los primeros interesados en que no sea así son las gentes que tiene el control, porque las energías limpias existen, pero lo que importa es el negocio, hay un trasfondo económico, de intereses. Hoy todo es a través del petróleo, hoy los biocombustibles que son igual de terribles o peores porque además de todo contaminan terriblemente”.
Todo se queda en buenas intenciones. Juan tiene soluciones sin embargo, a las autoridades “no les interesa, porque no les conviene. No es negocio”. Nos muestra unos juguetes harto interesantes, funcionan con pequeñas celdas solares, viento, e hidrógeno. Señala que “la celda de combustible es la energía más avanzada en el mundo, porque es agua que se separa del hidrógeno con energía solar y luego se recompone y se produce energía eléctrica, aquí, con este taller, los niños pueden armar algo con una celda de combustible”.
Para que el aprendizaje sea duradero, el equipo de trabajosolicita a los niños que se documenten sobre las energías alternativas, su estudio en casa se complementa con la información que les proporcionan en el taller. Así, el taller fomentar la creatividad y el conocimiento científico.
Pasamos a retirarnos, es sábado, día cuando más visitantes tienen en el taller. Juan nos pide que una vez terminado nuestro ejercicio académico le enviemos los resultados. La promesa está hecha.
Algunos problemas
Hemos descrito las cosas positivas que tiene el parque ecológico, cuál es su función y la visión de tres personas que están convencidas de que las acciones en materia ambiental tienen impactos a corto, mediano y largo plazo. Pero, como cualquier hecho social, también hay problemas que deben de mencionarse. En este apartado nos basamos en información proporcionada por la asistente del encargado de la administración del lugar, sus comentarios fueron claves para visualizar la “otra cara de la moneda”.
Lo primero que sale a flote es el beneficio que algunos locatarios han obtenido gracias al parque. Con concesiones otorgadas en distintas administraciones delegacionales, sólo están obligados a pagar una cuota mensual inferior a los tres mil pesos. Creemos que es poco, porque la afluencia es considerable, representando compradores potenciales de la diversidad de productos ecológicos que se pueden encontrar. Nuestra entrevistada apunta que quien más se beneficia es la propietaria de la casa ecológica que ostenta título de “Fundación el manantial”, “porque ella es la que más cobra de todos, se ha apropiado de la casa ecológica, y explota a sus trabajadores”. La crítica es directa. Incluso, no dice, que la casa ecológica la administraba la delegación Tlalpan, pero “las influencias de esa señora hicieron que se quedara con ella”. Al grado que este modelo de vivienda sustentable solamente puede ser visitada en grupo, porque así “le saca más dinero”.
Desafortunadamente, no pudimos visitar la famosa casa, pero nos recomendaron que, mínimo la viéramos por fuera. No es lo mismo. Resulta contradictorio, que si el parque tiene un trasfondo de educación ambiental, el establecimiento sea de uso restringido. Pero también, sabemos que una casa de ese tipo necesita de dinero para preservarse, pues funciona a base de energía solar, tiene captadores de agua de lluvia, hay pequeños surcos donde se siembran hortalizas que son fertilizadas con técnicas ecológicas.
Los locatarios también tienen sus quejas. Y son hacia la administración. Para ellos la falta de seguridad y mantenimiento facilita que grupos de jóvenes ocupen el parque para drogarse. Porque la administración no invierte el dinero de las rentas en atender este conflicto. La solución que proponen es que el parque pase a manos de la Secretaría de Medio Ambiente del Distrito Federal, en calidad de Área de Valor Ambiental. “Sólo así se garantizará que este lugar mantenga su valor ecológico”, nos comenta la joven encargada del taller de “Confitería infantil”.
Reflexiones finales
Atendiendo el discurso de los “románticos verdes”, los actores sociales que participan en el Parque Ecológico Loreto y Peña Pobre, son conscientes y reconocen que hay un problema ambiental por resolver. Critican al sistema económico actual, le otorgan valoraciones subjetivas a la naturaleza, realizan acciones a nivel micro buscando aportar con ellas posibles soluciones a problemas macro. Fue reiterativo el compromiso que han contraído con la educación ambiental, donde los niños son los protagonistas. Y es justamente en este terreno donde el parque tiene mucho que ofrecer. La intención es que los niños sean capaces de asimilar la importancia de cuidar la naturaleza, pero, y he aquí lo revolucionario del parque, incluye la autogestión—“hazlo tú mismo”—, el respeto y la tolerancia, el contacto con los elementos naturales capaces de otorgar sensaciones distintas que despiertan la creatividad.
Es imprescindible señalar que el lugar es visitado por una población de clase media educada, y eso lo vimos en los propios talleristas. Quizá la falta de difusión del parque haga que las colonias populares no se acerquen. La búsqueda de soluciones planetarias, claro está, es una responsabilidad compartida, y va más allá de la pertenencia a una clase social. Se requiere información, fomentar la discusión y sostener que el tiempo del planeta está en nuestras manos. La indiferencia consiente es el peor de los escenarios.
La labor del parque es necesaria, pero su impacto es insignificante frente a los diversos problemas urbanos de la Ciudad de México. Se requieren más espacios parecidos. Lograrlos requiere de una sociedad civil comprometida ya no con el presente de la ciudad, sino con su futuro inmediato.
Aún tenemos tiempo de cambiar.
Bibliografía
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http://www.archivohistorico.uam.mx/hyv-94/HyVHtml/hyv12002.html
http://www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5274890&
http://www.sma.df.gob.mx/drupc/index.php?opcion=12
[1] Para el sociólogo francés, autor fecundo de diversos ensayos donde perfila las características de nuestros tiempos modernos y la cultura pop: sociedad consumista, apática, individualismo hedonista, indefinido y a la deriva, la sociedad occidental persigue “la instantaneidad, que incide sobre la reflexión individual acelerándola en función de las necesidades puntuales de comunicación con fines económicos, políticos o de diversión” (Trujano, 2004: 225). Fomentando un impasibilidad hacia los procesos externos, aquellos que reclaman la participación de todos. Todo descansa en un egoísmo a ultranza del individualismo.
[2] Hoy, las variantes ecológicas de estos sistemas de pensamiento cobran relevancia al ser adoptados por diversos movimientos sociales que cuestionan al capitalismo y su falta de compromiso con el cuidado y preservación del medio ambiente. Algunos actores representativos son: Manuel Sacristán, filósofo español marxista que entre sus muchos intereses la ecología y el pacifismo son relevantes en su obra; en Pacifismo, ecologismo y política alternativa (2009), se recogen una serie de ensayos sobre el interés del marxismo por enfrentar el deterioro ambiental producto de la sobreexplotación capitalista; Bárbara Holland – Cunz, filóloga alemana, en Ecofeminismos (1996) discute las teorías políticas de la emancipación femenina y desarrolla propuestas para abordar el binomio mujer – naturaleza, donde sea posible establecer una crítica profunda de la dominación masculina en las arenas medioambientales; respecto al eco – anarquismo, en la red abundan infinidad de blogs y artículos de activistas que dan cuenta de sus acciones políticas emprendidas, por tan solo nombrar algunos: http://www.mutualismo.org/; http://kaminorekto.blogspot.mx/; http://anarquismohoy.es/ecoanarquismo/.
[3]http://it.wikipedia.org/wiki/Ecoteologia , (consulta: 23/10/2013)
[4] En América Latina las comunidades indígenas, al ser afectadas por la usurpación de los recursos naturales que abundan en sus territorios, han tenido que organizarse y movilizarse para hacerse escuchar; algunos casos recientes son las acciones legales a que recurrieron los indígenas de la amazonia ecuatoriana, contra la petrolera multinacional Chevron, acusada de la contaminación de sus territorios que heredó de Texaco, compañía estadounidense que entre 1964 – 1990 operó en el país sudamericano, sin ninguna regulación ambiental que la responsabilizara de los posibles daños ecológicos y sociales ocasionados por el proceso de extracción del hidrocarburo. En el contexto europeo, algunas críticas se centran en los estilos de vida que fomenta el capitalismo, por ejemplo: los llamados monos blancos; un grupo de activistas italianos que se han hecho conocidos por utilizar overoles blancos teñidos con visibles manchas rojas para denunciar el uso indiscriminado de la tecnología sobre la naturaleza, las políticas neoliberales que atentan contra la vida de comunidades enteras; valiéndose de la acción colectiva, este movimiento también se hace presente en los importantes foros económicos convocados por los países industrializados, así junto a otros movimientos respaldan el rechazo a la imposición del capitalismo (Castillo, 2009: 196 – 198).
[5] Un primer acercamiento es la acepción que nos ofrece la Real Academia de la Lengua Española; reflexión se entiende como: “Advertencia o consejo con que alguien intenta persuadir o convencer a otra persona”; “acción y efecto de reflejar o reflejarse”; sin embargo, acudimos a los planteamientos de ZygmuntBauman, sociólogo polaco, por ofrecer mayores dimensiones de análisis para este trabajo. Bauman, ha cobrado relevancia con sus estudios sobre la modernidad y los procesos de despersonalización, el cuestionamiento a las instituciones como canales que permitan a los actores sociales involucrarse en el quehacer de la política social, al no sentir que sus demandas sean respaldadas por los políticos, el predomino del consumismo como una dimensión de la sociedad moderna que se aleja de su proyecto colectivo para enaltecer un individualismo a ultranza; lo anterior conducen a una sociedad que vive en la incertidumbre, la relatividad de los valores, la constante movilidad, y el desapego a la voluntad general. Para Bauman, estos procesos favorecen el surgimiento de una reflexividad distintiva, donde es posible cuestionar y elegir qué queremos ser y cómo debemos enfrentar el proyecto de vida a elegir. Así la reflexión moderna, reconoce las condiciones de vida, los conflictos sociales, la carencia de oportunidades de un sistema económico ajeno a lo humano, y con ello abre la posibilidad de actuar con responsabilidad en la búsqueda por alcanzar la felicidad aún con todos los elementos en contra.
[6]Recientemente el movimiento rural-popular, “Movimiento de Campesinos Colombianos”, que lucha por la agricultura campesina y la soberanía alimentaria de Colombia, detonó un paro nacional agrario en ese país el 19 de agosto, para recordarnos que los actores del campo siguen vivos. Este movimiento demanda un cambio drástico en las políticas agrícolas; su lucha busca terminar con la discriminación de los pequeños agricultores productores de alimentos, demandan acceso a la tierra, a los créditos, piden que se aminoren sus costos de producción. En el sistema capitalista se promueve y apoyan a las grandes empresas transnacionales, los pequeños campesinos se encuentran sujetos de manera inequitativa a dicho sistema, por ello los campesinos de este movimiento piden que se deje de apoyar a los macro-agricultores; buscan la suspensión al TLC ya que afecta a los agricultores locales; también hacen frente de la defensa de sus semillas nativas y en contra de los transgénicos (Quintana, 2013). Ver: http://www.jornada.unam.mx/2013/09/13/opinion/021a2pol (Consulta: 10/11/13).
Otro ejemplo de la movilización de actores contra el sistema actual, es el Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI) de Argentina, que lucha por una reforma agraria integral y la soberanía alimentaria; actualmente sigue en la búsqueda por lograr su objetivo de democratizar el agua y la tierra priorizando su función social y ha tenido importantes impactos sociales. Ver: http://redpuna.jimdo.com/movimiento-nacional-campesino-indigena/ (Consulta: 10/11/13).
[7]http://www.mexicocity.gob.mx/detalle.php?id_pat=5565 (Consulta: 1/11/2013)
[8]La fundación “El manantial” es la institución de asistencia privada responsable de la creación del proyecto de esta casa ecológica, construida en 1994, la UAM también participó en dicha construcción. Actualmente es un ejemplo de arquitectura ecológica al sur de la ciudad de México. http://www.archivohistorico.uam.mx/hyv-94/HyVHtml/hyv12002.html
[9]Los talleres, cursos y actividades para niños y adultos impartidos son: talleres de artes plásticas; pintura; reciclaje; sembrado de hortalizas, de hidrogel, de bio – botellas colgantes y raíces flotantes; taller de memorama de cartón; taller de dijes de migajón; jardines en miniatura; dominó de animales y lotería de ecosistemas; taller de alebrijes mexicanos; reciclado de papel, colores y olores, tintes vegetales; taller móvil de trozos de sandía, entre otros.