Por. Swaminathan S. Anklesaria Aiyar
¿Qué es lo que constituye la ciudad perfecta? Es fácil hacer una lista de requerimientos utópicos: electricidad y agua corriente las 24 horas; aire limpio; amplios espacios para vehículos, bicicletas y peatones; buena infraestructura educativa y de salud; muchos parques y museos. Aquellos con un esquema mental institucional argumentarán que también son necesarios alcaldes elegidos democráticamente con grandes poderes administrativos e impositivos que les de independencia de las monstruosas capitales estatales.
Sin importar qué tan deseables sean, estos deseos utópicos fracasan en poner a las ciudades en el contexto de la pauperizada sociedad rural. Las ciudades no deben ser islas de élite en un mar rural de abatimiento. Deben proveer de ingresos y movilidad social a los pobres y a los que carecen de habilidades para escalar posiciones sociales. Las ciudades deben ser fuente de oportunidades para aquellos sin oportunidades en los escenarios rurales y tribales.
Esto tiene una implicación que hará que muchos palidezcan -necesitamos más slums. Estos son los puntos de entrada para los pobres hacia las áreas de oportunidad urbanas. Cuando los costos de la tierra urbana son de millones por lote, los pobres no pueden siquiera soñar con comprar tierra. Las ciudades carecen de los fondos para construir instalaciones básicas, menos vivienda pública. Así que los migrantes rurales se amontonan en tierra pública, creando chabolas. Estos slums son monstruosos -tan sólo mirarlos hacen que los citadinos se sacudan. Sin embargo, esto debe aclarar las cosas para la élite sobre qué tan mal debe estar la India rural si la gente pobre ve más esperanza en sucios barrios urbanos que en en el campo.
Muchos visitantes piensan que los slums de Calcuta son hoyos infernales. Al mismo tiempo, los visitantes también quedan cautivados por la belleza de Naxalbari, llena de campos de arroz, matas de bambú y estanques. Sin embargo, pasando desapercibidas para los ojos de las élites, las condiciones en Naxalbari eran suficientemente horrendas como para detonar un levantamiento Maoista masivo en 1967. Muchos habitantes pobres de Naxalbari migraron a Calcuta -para ellos, estos supuestamente hoyos infernales eran refugios de la opresión rural y un camino para la prosperidad.
Algunos optimistas piensan que la respuesta es volver prósperas a las áreas rurales. Esto es escapismo. India tiene 160 millones de hectáreas de tierra cultivable para una población de 1,250 millones de personas, un octavo de hectárea por persona. Incluso si la proporción urbana de la población se duplicara del 30% actual a 60%, la disponibilidad de la tierra rural sería tan solo de un tercio de hectárea por persona. Esta es una receta para la pobreza interminable y no puede ser arreglada por subsidios eternos. Los pobres rurales están al tanto de esto y por lo tanto migran, pero las élites urbanas permanecen en negación. Pretenden que los pobres de alguna manera permanezcan rurales y no inunden sus ciudades. Y esto es al mismo tiempo cruel y escapista.
Algunas personas ven a los slums como nodos de existencia sub-humana y humillación. Pero es necesario ver más allá de la problemática superficial. Dharavi en Mumbai ha sido llamada desde hace mucho tiempo el slum más grande del mundo, con alrededor de 600,000 personas amontonadas en 175 hectáreas de pantano. Lejos de ser un nodo de desesperanza, ahora es el centro industrial más grande de Mumbai, vibrante de actividad después de que sus famosos molinos textiles han cerrado. Dharavi tiene 15,000 fábricas de una sola nave, produciendo $600 millones en bienes y servicios.
SPARC, una ONG que trabaja con los slums, describe bien a Dharavi. Aquí puedes encontrar una sorprendentemente variada actividad económica -desde cocineros de idlis, pasando por artesanos y curtidores, hasta fabricantes de cubertería para las aerolíneas. En Dharavi, hay un lugar para todo mundo y siempre hay trabajo disponible. Hay trabajadores que ganan apenas 5.50 dólares al mes y hay algunos emprendedores que logran hasta 5,500 dólares. Al día de hoy tenemos noticia de que 21 jóvenes de Dharavi están estudiando medicina en la universidad y 40 hacen cursos de ingeniería. Dharavi es un lugar incluyente y cosmopolita que da alojamiento a los pobres y a los no tanto, y la mayoría de la población se encuentra auto-empleada. Dharavi es un testimonio de el sudor y el esfuerzo de los pobres y la vibrante energía de los emprendedores.
Esta no es una historia de desesperanza y humillación. Es una historia inspiradora de gente pobre que ha logrado levantarse a través del temple y la determinación, aprovechando las oportunidades urbanas. Es un asunto totalmente distinto que el gobierno ha sido lamentablemente omiso en proveer infraestructura y servicios sociales. Pero estas son fallas del gobierno en cualquier lado, no sólo en los slums.
En el siglo XIX, Charles Dickens generó imágenes horrenda de los barrios bajos de Londres, y los escritores estadounidenses se lamentaban acerca de los de Nueva York. Estos escritores no pudieron ver que el dinamismo fundamental de los slums los convertiría con el tiempo en zonas muy valiosas. Muchos indios comenten el mismo error en relación con nuestros propios barrios bajos.
Algunos prefieren la ruta china de demoler con bulldozer los slums y forzar a los migrantes a regresar a sus pueblos. Pero yo estoy de acuerdo con SPARC en que la renovación de los barrios bajos debe ser realizada en conjunción democrática con sus habitantes.
El gobierno ha fracasado en hacer algo por los pobres, pero los slums lo han logrado. Las reformas agrarias han fallado ampliamente en distribuir la tierra entre los pobres. Pero simplemente al permitir y frecuentemente legalizar asentamientos no autorizados, los gobiernos estatales han distribuido tierra a millones de pobres. Esto está lejos de ser ideal, obviamente: un gobierno eficiente y benevolente hubiera hecho el trabajo de mejor manera. Pero como no hay gobiernos que sean ni eficientes ni benevolentes, este es un avance verdadero.
El economista Hernando de Soto dijo que el verdadero problema de los pobres era una falta total de títulos para sus lotes no autorizados. Sin el título de propiedad, temen la demolición y carecen de la confianza de construir estructuras definitivas y, por lo tanto, no pueden hipotecar sus tierras para obtener prestamos. Pero en India, la democracia garantiza que los gobiernos raramente demolerán las chabolas, y regularizan muchos asentamientos antes de cada elección. Mucha más tierra ha sido distribuida entre los pobres a través de esta ruta que mediante esquemas formales de lucha contra la pobreza.
Estoy sobresimplificando, por supuesto. Muchos habitantes de los slums han sido relocados a nuevos sitios lejos de sus lugares de trabajo. En otros casos, los slums son controlados por jefes de la mafia locales. Sin embargo, los slums han sido dinamos de productividad, movilidad social y reducción de la pobreza.
Así que, desde luego, debemos tener reformas estructurales que produzcan ciudades mejor gobernadas y administradas. Necesitamos mejores carreteras y fuentes de energía y agua. Pero si las ciudades van a desarrollar su crítica función de movilidad social, necesitamos también más slums como Dharavi. Deberían ser slums mejorados, pero slums al fin y al cabo.
Swaminathan S. Anklesaria Aiyar es un columnista, comentador de televisión y el autor de una columna semana denominada Swaminomics en el Times of India. Es el autor de Escape From the Benevolent Zooekeepers The Best Of Swaminomics y ha sido el editor de dos de los diarios financieros más grandes de India, The Economic Times y Financial Express, y fue también corresponsal para india de The Economist por dos décadas. Ha sido frecuentemente consultor para el Banco Mundial y el Banco de Desarrollo Asiático. Visitalo en swaminomics.org para saber más.
Traducción de sociotlah. Original en: http://nextcity.org/informalcity/entry/we-need-more-slums